Esta mañana supimos de la muerte de Miguel Delibes, uno de los más destacados escritores españoles del siglo XX, y tal vez, de entre ellos, el más humilde, el más apegado a la tierra y a la naturaleza.
Puedes acercarte a su figura a través del Instituto Cervantes. Allí encontramos algunos textos suyos, como este breve fragmento de Las ratas:
«A partir de San Gregorio Nacianceno el canto de los grillos se hacía en la cuenca un verdadero clamor. Era como un alarido múltiple y obstinado que imprimía a los sembrados, al leve cauce del arroyo, a las míseras barracas de barro y paja, a los hoscos tesos que festoneaban el horizonte, una suerte de nerviosa vibración que se ensanchaba en ondas crecientes, como una marea, en los crepúsculos, para amainar en las horas centrales del día o de la noche. Mas en todo caso el canto de los grillos tenía un volumen y una densidad, se filtraba por todos los resquicios, ponía un fondo estridente a todas las faenas, pero los hombres y las mujeres del pueblo lo desdeñaban; era un algo, como el aire o el pan, que sostenía su ritmo vital sin que ellos se apercibiesen.»
Puedes acercarte a su figura a través del Instituto Cervantes. Allí encontramos algunos textos suyos, como este breve fragmento de Las ratas:
«A partir de San Gregorio Nacianceno el canto de los grillos se hacía en la cuenca un verdadero clamor. Era como un alarido múltiple y obstinado que imprimía a los sembrados, al leve cauce del arroyo, a las míseras barracas de barro y paja, a los hoscos tesos que festoneaban el horizonte, una suerte de nerviosa vibración que se ensanchaba en ondas crecientes, como una marea, en los crepúsculos, para amainar en las horas centrales del día o de la noche. Mas en todo caso el canto de los grillos tenía un volumen y una densidad, se filtraba por todos los resquicios, ponía un fondo estridente a todas las faenas, pero los hombres y las mujeres del pueblo lo desdeñaban; era un algo, como el aire o el pan, que sostenía su ritmo vital sin que ellos se apercibiesen.»
A través de su extensa obra se cruzan múltiples paisajes, una geografía literaria de prosa sencilla y precisa, descriptiva pero interiorista, donde los campos se leen como si fueran seres, almas, viviendo junto y con los personajes. Y aquí, en el relato de las vidas, también aporta Delibes una literatura histórica que nos sitúa en el tiempo a través del retrato de la sociedad.
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